domingo, 8 de marzo de 2009

Entrevista: Chucho+César

Personas Entrevistadas: Chucho y César Céspedes
Edades: 24 y 27 años respectivamente
Lugar de Trabajo: Fire Dranken, Centro Comercial Minicentro, Local 204


El local de César, ubicado en el segundo piso de un pequeño centro comercial sobre la Carrera 13 a la altura de la calle 60, consistía en un pequeño cubículo de aproximadamente 2x1 metros, con espacio suficiente para dos butacas donde se ubican en uno César o Chucho para tatuar o perforar y en el otro el cliente. La primera impresión de la visita fue de descuido, especialmente porque tras llegar, Chucho se dispuso a lavar varias joyas para perforación en una bandejita metálica de mal aspecto con jabón desinfectante que luego llevó a un baño para terminar de lavar (seguramente con agua de llave, pues no llevó consigo algún frasco de agua destilada, que hubiera resultado más higiénico).

Durante su ausencia, aprovechamos para romper un poco el hielo con César, quien en principio se encontraba un tanto serio y respondía a las preguntas de manera muy concreta. Nos alcanzó unas revistas donde había publicaciones sobre todo tipo de modificaciones corporales, desde tatuajes y piercings hasta implantes y branding.

Aprovechando las revistas en nuestras manos, comenzamos a analizar el local que en aquel momento César organizaba. En frente estaba ubicada una vitrina con vidrios que separaba el pasillo del centro comercial del interior del local, donde tenían exhibidos anillos, encendedores, cuchillos y algunas joyas para perforaciones dispuestas en estructuras de lámina de acrílico transparente. En el fondo, había repisas con espejos donde César ubicaba sus revistas de tatuajes, sus diplomas y sus implementos de trabajo en pequeñas gavetas. A los lados tenían dispuestos collares de diferentes colores y materiales y otras joyas más, estas disponibles al tacto en pequeñas repisas de acrílico, a diferencia de las exhibidas en la vitrina frontal (encerradas).


Mientras tanto, César nos contaba cómo había sido su trayecto como tatuador, comenzando con un buen aprendizaje en España y Argentina, continuando con muy malas experiencias con aquellos a quienes había decidido apadrinar y enseñar (que, siguiendo su testimonio, había olvidado sus raíces y habían resultado ser ingratos en el momento en que confesaban ser autodidactas y no aprendices suyos), a excepción del famoso tatuador de Miami Ink, Chris Nuñez, y finalizando con su reciente establecimiento (de tan sólo 15 días) en aquel local, tras decidir mudarse a Colombia junto con su esposa para que su hijo naciese aquí, así como sus constantes conflictos con la Asociación Nacional de Tatuadores por motivos normativos y de carencias en cuanto a técnicas y muestras durante las convenciones realizadas por esta organización.

Algo que tal vez resultó muy evidente en ambos individuos fue cierto nivel de descuido, no sólo por su trabajo sino también por su cuidado personal. Por una parte, César llevó a cabo un procedimiento de re-apertura de una perforación en el labio de una joven sin usar guantes, sin haber desinfectado la joya o sin siquiera haberse lavado las manos previamente, a sabiendas que había estado manipulando toda clase de objetos dentro del local, desde anillos, collares, navajas y el dinero con que le había pagado una argolla que decidí adquirir para mi perforación en la nariz hasta una caja de vino Moscatel que extrajo de la parte superior del local, ya empezada y que terminó de beber frente a nosotros. De igual manera, al enseñarnos sus implementos de trabajo (con bastante orgullo), vimos cómo almacenaba las tintas en frasquitos plásticos con tinta seca regada por fuera de los mismos y de la cajita donde se encontraban guardados. Por otra parte, Chucho hizo muestra de dos tatuajes nuevos que César le había hecho sin costo alguno, por algún negocio entre ambos, que lucían descuidados (ya que tenían costras fragmentadas y Chucho confesó haber tomado y fumado durante el periodo de sanación) y poco acordes a la supuesta experiencia de este último; a pesar del dolor que le causaba esta mala sanación, Chucho se defendía bajo el argumento de que “el dolor está en la mente”.

Finalmente, habiendo ya ojeado varias revistas, preguntamos por trabajos suyos a César para conocer algo de lo que tanto nos había comentado acerca de su excelente trabajo con sombras (que eran su especialidad). La respuesta que obtuvimos fue que no tenía nada para enseñar físicamente por los altos costos de las impresiones a color que implicaba esta evidencia física, permitiéndonos concluir que, en el caso de este local, podría trabajarse mucho desde la parte de imagen y la higiene que reflejan no sólo el local, sino los trabajadores dentro de él.

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