jueves, 19 de marzo de 2009

El Cementerio Central: Koimetérion de la Historia Colombiana

“La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencias cristianas, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la resurrección”1. En Bogotá, como en buena parte de América Latina y España en época de la colonia, los rituales fúnebres y enterramientos se realizaban en los campos aledaños a los templos católicos-cristianos o campos santos debido a la creencia en que así, las almas de los difuntos descansarían más cerca de Dios. No obstante, durante los siglos XVIII y XIX se hace evidente la necesidad de trasladar los cementerios a zonas alejadas de las urbes por motivos de sanidad e higiene que ocasionaba la descomposición de los cadáveres dentro de las mismas. Así, después de varios intentos de abolición del enterramiento en las periferias de los templos religiosos durante el gobierno de la corona española, Simón Bolívar firma un decreto que hace obligatoria la exhumación de los cuerpos fuera de estos en 1827 para que, diez años después, el óvalo del Cementerio Central, cuyo diseño parte del trazado del cementerio popular La Pepita de Domingo Esquiaqui, diera inicio a su funcionamiento bajo el nombre de Cementerio Universal, que cambiaría al actual debido a la expansión de la ciudad alrededor suyo.


Esta necrópolis, o ciudad de los muertos, está actualmente ubicada en la localidad de Los Mártires, sobre la calle 26 con carrera 16 y corresponde al lugar de descanso de los restos de una gran cantidad de personajes reconocidos en la historia del país. Entre ellos se encuentran los expresidentes Gustavo Rojas Pinilla, Rafael Reyes, Eduardo Santos, Alfonso López Michelsen, Miguel Antonio Caro, Laureano Gómez, Virgilio Barco y Enrique Olaya Herrera; el poeta Rafael Pombo, el astrónomo Julio Garavito, el prócer Francisco de Paula Santander, el candidato a la presidencia asesinado Luis Carlos Galán, el monumento a Guillermo Jiménez de Quesada y el comandante del M-19 Carlos Pizarro. De igual manera, el actual Parque del Renacimiento, antigua periferia del Cementerio alberga en su suelo los restos de varios colombianos que perdieron su vida durante el Bogotazo el 9 de Abril del 48.


El cementerio en sí, como polis, ha evidenciado un proceso de urbanización similar al de la misma ciudad donde se encuentra; su crecimiento se dio en dirección al occidente y de manera estratificada, conformando lo que se conoce hoy como Globos A, B y C. El globo A corresponde a la sección visitada el lunes 16, conocido como cementerio de los ricos, y es la sección inicial, original del Cementerio Central, donde no sólo descansan los personajes históricos mencionados anteriormente, sino también miembros de las familias más adineradas del país que, en su deseo de estar cerca de los grandes de la patria, han erigido enormes mausoleos y criptas de diversos estilos arquitectónicos y artísticos donde descansan sus restos. El globo B corresponde a la sección aledaña al globo A, ubicado entre las carreras 20 y 22, conocido como el cementerio de los pobres, donde cuatro largos muros albergan cerca de 18 mil bóvedas que actualmente están vacías casi en su totalidad y cuyo terreno está en proceso de convertirse en parque desde la administración de Peñaloza. Finalmente, el globo C corresponde al actual Parque del Renacimiento, terreno donde solían enterrarse en fosas comunes a los desconocidos y a los menos favorecidos, así como a los más de 3000 muertos de los sucesos del 9 de Abril.

Durante la visita al globo A del cementerio, se observaron varios aspectos interesantes en cuanto a las tumbas en sí y a su disposición dentro del espacio. Cabría comenzar con uno de los más claros, y es la disposición de las tumbas de los expresidentes, enfiladas desde detrás del monumento de María recibiendo a Jesús, cercano a la entrada, según el partido político al que habían pertenecido; por una parte, los liberales se encontraban más cercanos a la entrada, a la calle, que al hacer la analogía con la ideología misma del partido, se dice que se debe a su cercanía “al pueblo”, mientras que, por la otra, los conservadores estaban ubicados cerca de la capilla, cerca del tradicionalismo, cerca de Dios.



Alrededor de las tumbas de los expresidentes, se encontraban grandes mausoleos pertenecientes a varias familias de alto poder económico del país y personajes de importancia histórica en Colombia – anteriormente mencionados –, ocupando gran parte del óvalo, hasta llegar a los muros, donde se amontonan cientos de bóvedas privadas que son alquiladas por periodos de cuatro años sin posibilidad de renovación a todo aquel que las pueda costear. Detrás del enorme muro ovalado aparecen las tumbas más recientes de la polis, cuya construcción evidencia nuevos fenómenos como migraciones de extranjeros al país (visible en los nombres de los difuntos), cambios de estilos arquitectónicos (se ve el paso a la modernidad en algunos), cambios de patrones en cuanto a la pertenencia de las bóvedas (se pasa de bóvedas familiares a bóvedas por oficios o por lugar de trabajo), cambios a nivel de paisaje (dentro del óvalo, los grandes mausoleos y árboles roban toda la atención hasta el cielo, mientras fuera de este, los bajos muros que separan el cementerio de la ciudad y la modernidad y contemporaneidad de varios mausoleos confluyen con el skyline capitalino en una sinergia única y armónica), entre otros.


Otro aspecto interesante es aquel relacionado con los imaginarios atribuidos a ciertos personajes dentro del óvalo; debido a su obrar en vida, se les atribuye la capacidad de cumplir cierto tipo de deseos, peticiones o favores. Así, se acude a personajes como las chicas Bodmer y Carlos Pizarro para pedir favores, a Leo Kopp, fundador de la cervecería Bavaria, para pedir trabajo, y a Julio Garavito, astrónomo cuyo rostro es famoso por estar impreso en los billetes de COP$20.000, para pedir dinero. Otro personaje, correspondiente a una creación cultural, que igualmente cobra importancia en el momento de las peticiones es el Divino Niño, que ha triunfado y desbancado a la Virgen del Carmen y al Sagrado Corazón dentro del imaginario religioso popular.


Finalmente, se nos enseñan otros simbolismos reconocidos dentro de la necrópolis. Entre ellos, el monumento a la piedad, donde las personas que ingresan dejan flores, preferiblemente rosas (ya que simbolizan abundancia) y mensajes grabados la base que soporta la escultura de Jesús en brazos de María. Se menciona también la importancia de los árboles dentro del cementerio debido, no sólo a su proveniencia como medio de apropiación del espacio, sino a su concepción como individuos que habitan los tres mundos reconocidos de las creencias católicas: el inframundo bajo la tierra con sus raíces, la superficie, habitada por los vivos, y el cielo gracias a su altura.


Referencias:

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