lunes, 9 de marzo de 2009

Conclusiones+Propuesta

Desde el comienzo de las visitas realizadas a diferentes estudios de tatuaje hemos adquirido cierta inclinación por la intervención de los espacios de trabajo. Con respecto a esto, diríamos que es pertinente que los tatuadores piensen en sus clientes por encima de ellos mismos a la hora de arreglar, decorar o disponer sus locales puesto que, finalmente serán los clientes quienes pagarán por el trabajo, luego son ellos los que deben sentirse a gusto y en armonía con el espacio. De lo contrario, una visión egocéntrica de los locales por parte de sus dueños podría no resultar agradable para personas que no compartan ideológicamente apectos como la música, los colores, las imágenes, entre otras que para los tatuadores pueden resultar perfectamente normales.

Ampliando un poco esta idea, buscaríamos evitar que la totalidad o la mayoría de las paredes estuviesen pintadas de colores oscuros, en la medida en que pueden generar inseguridad y temor al momento de tomar la decisión de tatuarse; por el contrario, se buscaría usar colores en tonos claros que produzcan el efecto contrario, es decir, tranquilidad. Así, el nivel de nervios y stress disminuiría y la labor resultaría más agradable.

Por otra parte, hemos notado que varios estudios disponen de muy poco espacio para realizar sus trabajos o están equipados con elementos que disminuyen la privacidad de los clientes como vidrios reemplazando paredes enteras o simplemente ningún elemento que la genere (como el caso de Store Tattoo y Fire Dranken respectivamente). En este sentido debería buscarse la manera de hacer estos espacios un poco más privados, de forma que los clientes no se sientan observados por otra gente como si estuviesen en exhibición y, por consiguiente, más nerviosos e inseguros durante los procedimientos.

En cuanto a las sillas de trabajo, varios de los lugares visitados (a pesar de que están certificados por normativas internacionales) cuentan con camillas para los clientes, pero los tatuadores son quienes reciben la carga ya que usan asientos o butacos incómodos para realizar su trabajo. Las consecuencias de esta carencia podría resultar en dolores lumbares o en adormecimiento en las extremidades inferiores debido a la mala circulación que puede producir más de 4 horas seguidas de posición sedente en un asiento inadecuado según las especificaciones antropométricas del usuario.

Otros problemas que se han hecho evidentes han sido la iluminación de los espacios de trabajo y la disposición aleatoria de los objetos exhibidos, los cuadros, adornos e implementos de trabajo. En cuanto al primero, es indispensable una fuente de luz eficiente para que el trabajo resulte lo mejor posible y, en cuento al segundo, es cierto que calificar esta aleatoriedad como tal o como desorden es un juicio de valor, ya que para los tatuadores tiene total sentido y son concientes de ello. Sin embargo, como se menciona al comienzo del artículo, los tatuadores deben mediar un poco entre sus gustos (finalmente es su espacio de trabajo) y los de los clientes (aunque parezca no importarles), así que entre más “organizado” y limpio se vea el espacio de trabajo, mayor confianza y seguridad sentirán los clientes con respecto a la calidad del procedimiento.

Finalmente, fue evidente que en lugares como Fire Dranken hay carencia de seriedad por la labor en lo que respecta a los niveles de higiene necesarios durante los procedimientos: esto fácilmente puede generar inseguridad en los clientes y hacerles dudar de la calidad del trabajo que se está realizando, con posibilidades de siquiera volver. Por esto, es necesario que se implementen medidas de limpieza, higiene y esterilización antes, durante y después de los procedimientos, haciéndolos evidentes frente a los clientes de forma que estén enterados en todo momentos de la calidad por la que están pagando.

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