jueves, 2 de abril de 2009

San Victorino+Visitas

San Victorino+Topografía

San Victorino es un sector comercial en el centro de Bogotá, ubicado entre la Avenida Jiménez al norte, Parque Tercer Milenio al sur, la Avenida Caracas al occidente y la Avenida 10 al oriente1, que se caracteriza por sus diversas dinámicas de comercio y por ser tal vez uno de los sectores de la ciudad donde se puede encontrar casi que cualquier cosa que se necesite comprar, desde piñatas y juguetes hasta ropa, comida y electrodomésticos.


La plaza de San Victorino es la sección más representativa del sector, ya que en ella confluyen gran parte de los compradores debido a la ubicación estratégica de la estación de Transmilenio de la Avenida Jiménez, así como a la afluencia peatonal sobre la misma. Es por esto que muchos vendedores se desplazan desde sus locales (que varían desde pequeños locales y sótanos donde el espacio apenas alcanza para desplazarse dentro de él por la cantidad de productos atiborrados en paredes y techo hasta edificios de dos o más pisos con góndolas de más de dos metros de altura para la disposición de productos, como el caso de El Bodegazo Textil) hasta la plaza con el fin de pescar algún posible comprador.


La plaza, a nivel topográfico, consiste de un terreno embaldosado y vacío con un desnivel recorrido por una canaleta que desemboca en una coladera y que permite el desagüe del lugar; el paisaje arbóreo es casi nulo, las bancas pocas y ubicadas en los alrededores del terreno con vista hacia el centro, produciendo sobre éste una sensación de panóptico, donde las palomas son quizás los únicos individuos que se observan sin desconfianza alguna (cuando alguna persona pasa por el centro, dispersa a las palomas, que emprenden vuelo de inmediato en círculos para posarse nuevamente sobre la plaza, produciendo asimismo un revoloteo que capta la atención de todo aquel que se encuentra alrededor; esto hace fácil la detección de quien pasa a través). El horizonte desde la plaza está compuesto por varias edificaciones erigidas alrededor de la misma o hacia el otro lado de la Avenida Jiménez, únicamente interrumpido por una escultura en láminas metálicas, La Mariposa, del artista payanés Edgar Negret que corresponde al periodo naturista de su obra (por así decirlo, en la medida en que busca la inspiración en las formas naturales), y que hace parte del proyecto de recuperación del espacio público en la ciudad liderado por el ex-alcalde Enrique Peñalosa.



Las fachadas de los edificios aledaños a la plaza, se pudo observar, se encuentran algo deterioradas, pero eso no impide que sean utilizadas (al igual que la altura de los edificios) como medio de exhibición de cuanto producto venda su dueño o arrendatario, y/o de publicidades y ofertas. Los andenes, pasos peatonales, la plaza en sí e incluso La Mariposa se ven en malas condiciones debido a la cantidad de basura que los transeúntes botan por fuera de las canecas dispuestas en el sector, así como debido al descuidos de las edificaciones, los graffitis pintados sobre las mismas (e incluso sobre la escultura) y las aguas estancadas en huecos producidos por baldosas tácitas y en aquellos donde se encuentra sembrada la escasa vida vegetal de la plaza.


San Victorino+Actividad Comercial

La Plaza de La Mariposa y sus alrededores no serían lo que son actualmente sin el comercio informal que atrae población de todos los estratos y zonas de la ciudad, a través del cual la mismísima policía metropolitana camina y participa (como compradora de bienes y servicios, desde comida y alguno que otro cachivache hasta minutos a celular). Todo andén y calle peatonal (al igual que los alrededores de la plaza) está invadido por colgadores de ganchos con ropa, plásticos donde se posan calzado, ropa interior, libros, artesanías, toallas, correas, maletines y películas piratas, y carritos donde se ve fritar buñuelos, papas, chorizos y chicharrón, pelar frutas o calentar tintos y aromáticas. Los puestos de vendedores ambulantes dobles, con sus gabardinas abiertas al público para exponer sus productos2 son superados en gran cantidad por los carritos tradicionales de los vendedores aun informales.


No obstante, la sola exposición de los productos y publicidad en las fachadas parece no bastar para ser lo suficientemente competentes a nivel comercial en este sector; las técnicas de atracción de posible clientela van desde megáfonos o micrófonos conectados a parlantes, pasando por la entrega de volantes, tarjetas y papelitos con promociones, hasta el ofrecimiento individual de productos por parte de los vendedores. En cuanto a la primera técnica, una persona se ubica fuera del local o en su puesto de ventas personal con el sistema amplificador de sonido que posea y ofrece sus productos, sus promociones o incluso las recetas de los primeros (en el caso de unos vendedores de algún producto a base de sábila). Con respecto a la entrega de papelitos, se ve a varias personas caminando de un lado a otro en la plaza, andenes y calles peatonales haciendo entrega de estos elementos. Lo que resulta curioso en estas entregas es que, a diferencia de las entregas de flyers en cualquier otro lugar de la ciudad, estas personas no aceptan un no por respuesta: pudo verse cómo más de uno entraba en conversación con los transeúntes que decidían no recibir la publicidad y les pedían el favor de tomar lo que se les estaba entregando así decidiesen deshacerse de esto enseguida.


En cuanto al tercero, fue evidente cómo varios de los vendedores externos parecían tener radares de necesidades de compra, ya que no sólo ofrecían de persona en persona aquello que vendían, sino que cualquier murmullo entre parejas o grupos de personas era inmediatamente intervenido por un ¿qué busca?, un ¿está buscando la feria de…?, o algo similar.


Como buen sector comercial que es, está interconectado por completo a pesar de la diversidad de productos que en él se venden y de la amplia extensión del mismo. Esto resulta evidente en el hecho de que todo vendedor al que se responde la pregunta ¿qué busca? o ¿qué necesita? sabe dónde encontrarlo, así no sea este quien lo venda, y en varios casos se ve cómo ellos mismos se encargan de guiar al cliente hasta el local mismo, posiblemente con algún ánimo de lucro (ya sea para ofrecer sus productos propios durante el camino o para ganar comisiones). Incluso hay algunos que se apropian de los clientes y evitan que otros vendedores ofrezcan a ellos sus productos con frases como “deje que él está conmigo”. Cuando se entra al local y no se desea comprar nada de lo que ahí se vende, resulta complejo salir sin tener que insistir en repetidas ocasiones que NO se desea realizar la transacción, ya que ante cualquier negativa te ofrecen otra y otra cosa más o te conducen a nuevos lugares a ofrecerte productos que ni siquiera son suyos, y otorgan sólo características extraordinarias a dichos objetos; así, resulta familiar escuchar que este maletín es lo último de Fila, este es cariñoso porque es muy fino, este es de los más vendidos, este es el que está de moda, este es el último que tengo en este color porque es el que más piden, entre otros. Asimismo, los precios varían no por el producto, sino por la cara y pinta del cliente: si te ven cara de que te gusta lo fino (como me dijo Fernando, un vendedor de maletines cuando le preguntamos si tenía morrales Nike), te pueden pedir mucho más de lo que cuesta el ítem en cuestión. A esto se suma el hecho de que son excelentes comerciantes, entonces pueden decidir tantear terreno con los clientes para saber cuánto están dispuestos a pagar por sus productos, dejando abierta la posibilidad de negociar o regatear y bajar hasta precios casi de regalo que expresan en términos de ¿cuánto tiene aquí? o de ¿de cuánto es su presupuesto?

En caso de poder salir del constante bombardeo comercial con las manos vacías y el presupuesto intacto, algunos vendedores intentan como último recurso la separación de objetos para venir por ellos más tarde, la entrega de tarjetas del negocio o, como Fernando, dejando “alguito para la gaseosita”.

Notas: 1. El Centro Empresarial y el Centro Comercial San Victorino cuentan con un sitio web donde detallan misión y visión de las empresas y directorio de locales. la dirección es http://www.sanvictorino.com/inicio.html
2. La página de la presentación de la otra parte de la investigación en google docs es http://docs.google.com/fileview?id=F.c39560ad-41a8-4c6e-ae23-74b684d917ba

San Victorino [Imagen y Ciudad]

Sector comercial en el centro de Bogotá entre la Av. Jiménez (norte), Parque Tercer Milenio (sur), Av. Caracas (occidente) y Av. 10 (oriente). Es un sector emblemático en el comercio de la ciudad, que maneja dinámicas de ventas al por mayor y al de tal. Con afluencia de gente de todas las partes de la ciudad y del país, de todas las clases, pero con tendencia a los estratos bajos.

San Victorino ha mantenido una vocación durante toda su historia, motivada por su ubicación estratégica en el centro de la ciudad. Los cambios en su estructura física y funcional han estado precedidos por diferentes procesos de deterioro económico y espacial que han sido menguados por dinámicas sociopolíticas que le han permitido mantener la tradición comercial, reconstruyéndose y renovándose constantemente.

En la memoria colectiva de los bogotanos está presente la imagen de este sector como un gran expendedor en donde se consigue todo, un área de producción de capitales que ha permanecido en el tiempo a pesar de haber atravesado por diversos procesos de deterioro: es un centro comercial para las clases populares, capaz de vender al por menor o ser un gran distribuidor, cada centro comercial es una gran vitrina subdivida en locales que ofrecen todo tipo de mercancías, entre otros usos mixtos como comercio-bodega o edificios de bodegas y oficinas.

El vendedor ambulante ha sido una imagen del sector, sin embargo este ha sido una fuerza de cambio que ha motivado a las transformaciones físicas de tal forma que al pasar de los años ha ganado un espacio especialmente constituido para su uso, formalizándose pasando de ser un vendedor informal a uno formal y ejerciendo su actividad comercial por más de cuarenta años.

El imaginario social sobre este sector es una correlación que existe entre los conceptos que pertenecen en el mismo campo y que muestran la dinámica interna del concepto, señalando constantemente la utilidad, que ha sido basada en sus transformaciones históricas. Hoy se tiene una evidencia de que lo imaginario actúa en y dentro de nosotros hombres y mujeres, que depende de la noción que se tenga, ya sea desde lo real a lo imaginario o lo imaginario como la realidad. Es así, como algunos de los factores como la permanecía, los cambios y las transformaciones de este lugar, lo caracterizan y lo identifican haciéndolo diferente y particular a través del tiempo.

Algunas de las características que han simbolizado a San Victorino, se clasifican a partir de cuatro periodos de estudio que por medio de imágenes generadas por las diferentes funciones que se han desarrollado en el sector representan en su totalidad una transformación que implica a la ciudad.

· San Victorino desde su fundación hasta 1900
· San Victorino como un componente del centro de la ciudad 1900-1948
· San Victorino como una centralidad urbana 1948-1981
· San Victorino espacio lúdico y comercial, 1981-actualidad.

“En San Victorino, la otra «casa de todos», encontrará a Bogotá en unas cuadras. Una Bogotá viva, dinámica, loca, estridente, gritona, barriobajera, anárquica, negociante. Se aconseja ir ligero de equipaje, con zapatos cómodos, mucha paciencia y tiempo para dilapidar. El camino en San Vitoco es culebrero. Deje el miedo en casa. Es más la fama. Allí no comen gente. Si es de los de carro, déjelo también en casa. TransMilenio moviliza sus huesos. Compradores compulsivos del mundo: uníos para gastar allí. Y que el santo patrono, el mártir Victorino, los proteja”. Óscar Domínguez. San Victorino, la otra «casa de todos». Ciudad Viva. Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.

PUBLICADO POR EDUARDO WAGNER
Tomado de: http://eduardowagner.blogspot.com/2008/12/san-victorino.html

Nota: Citamos el artículo por la visión del sector y porque posee información consideramos valiosa que no recolectamos durante las visitas al mismo.

Y tú ¿qué sabes de San Victorino?

Es uno de los sectores más temidos y, a la vez, más visitados del país. San Victorino, para decirlo sin rodeos, es la ‘olla’ más comercial de Colombia. Pero ¿qué tiene San Vitor que lo hace tan atractivo para los comerciantes? “¡De todo!” me decía mi amigo Carlitos que fue quien me enseñó las bondades del populoso sitio por allá en los meses finales del año 99.

La mejor definición del sector es la que lo parangona con un bazar y la más acertada comparación es la que lo asimila con un mercado persa; pero advirtiendo que en dicha plaza pareciera que no hubiese vendedores corrientes sino que todos hubiesen hecho un curso intensivo para graduarse de turcos: la mayoría son maestros del regateo; de las cuentas rápidas, del arte del descuento y la rebaja que, en últimas, no es más que un protocolo de venta en el que el cliente se va contento con “la atención” del buen precio conseguido y el mercader de ocasión queda satisfecho porque ha cumplido la regla de oro de San Victorino (que es la misma del marketing moderno): “vender barato; pero vender más”.

Dos cosas impresionan de esta zona de transacción: la primera es que cuanto más peligrosa sea la calle, más económica es la mercancía (sin desmedro de su calidad) y la segunda es que la apariencia de todo el sector varía según sea la época del año: en enero y febrero es la papelería más grande de la capital porque allí se consigue “todo pa’ el colegio de los chinos”; en marzo, abril y mayo los días de la mujer, del niño y el mes de mamá son los que imponen el surtido de los negocios; en junio llegan los treinta días para que “le lleve algo al rey de la casa”, tal como lo promocionan los persistentes voceadores del lugar... Así hasta octubre en donde el pagano espíritu de Hallowen invade las ocho manzanas del sector que poco a poco empieza a mudar su ropaje por el que le mejor le queda: el de miscelánea decembrina en el que en casi todos los almacenes se consigue desde una aguja capotera para la abuela que está en la ciudad de visita de fin de año, pasando por el play station (o el x box) que el niño Dios le trae a los niños ó el discman de aguinaldo para la prima melómana que vive en Cali, hasta llegar a ‘la pinta’ (el estrene) que solemos ponernos los 24 y 31 de diciembre. Todo esto, obvio, sin olvidar las infaltables anchetas compuestas por el dulzón vino marca Moscato Pasito y las delgadas galletas Caravana.

Claro que las distintas estaciones comerciales del año no impiden que existan subsectores especializados en distintas mercaderías: los “madrugones” textiles son propios del Centro Comercial “GranSan Victorino” que hizo que los bogotanos compraran sus atuendos en la vecindad misma del macabramente exterminado “palacio del cartón” y del bazuco que era el Cartucho; por ahí mismo se consiguen desde tenis Croydon (los propios para jugar micro) y ¡quien lo creyera! calzado colegial “Verlon” en las enmohecidas zapaterías de la calle novena y todo en estufas, coladores, ollas a presión, platos, platones, baldes y cubiertos en la treintena de sucursales de Vaniplax e Imusa que hay sobre la carrera 11 entre calles 10 y 11. Pero si lo que quiere adquirir son cobijas, edredones, almohadas ó simplemente un yin y una chaqueta de cuello de oveja, lo que debe hacer es dirigirse a los súper almacenes que bordean el costado occidental de la maravillosa carrera décima o, en su defecto, acudir a las atiborradas bodegas ubicadas unos pasitos más abajo de la remozada Plaza de la Mariposa.

Ahora, si de lo que se trata es de hacerse –al menor precio posible- al libro “La insoportable levedad del ser” de Kundera no lo piense más y baje hasta el “sótano del usado” instalado al otro lado de la calle de la librería Panamericana y si su querer es comprar todas las sorpresas y juguetes para la fiesta de cinco años de si hija, pues lo que debe hacer es entrar en las piñaterías de la 12 con 12 ¿Qué otras cosas puede conseguir en San Victor? Fácil: un raponazo pendejo, un champú de pueblo (sus andenes nunca están desocupados); todo el ajuar de matrimonio o de primera comunión en el antiquísimo Pasaje de las Mercedes; pares de medias a 1.000 pesos; dos pantaloncillos por $ 5.000, la herramienta de primera más barata del planeta (desde llaves coreanas, destornilladores chinos y pinzas taiwanesas ¡hasta hombresolos de Singapur!) y la herramienta de segunda mejor robada de Bogotá y cobradas en los grasientos puestos de los reducidores a precios de huevo (¡hay que ver los precios de los gatos de zorra revendidos en el sector y hay que irse de espaldas por lo que cobran por un juegos de copas inglesas!).

Ese es San Victorino: un mundo paralelo, subvertido y hasta cierto punto subversivo en donde coexisten colombianos de todas las regiones que labran sus pequeñas fortunas en sus improvisados toldos o amasan sus millones en los ostentosos establecimientos del sector; pero un lugar en donde también se dan cita –desde la madrugada hasta bien entrada la noche- gentes de todo el distrito y el país que todos los días ingresan a esa gran carpa sea para comprar un simple tarro de colbón, para cotizar un radio transistor que le haga compañía en el estadio, a adquirir cuarenta docenas de gorras para negocio ó –sencilla y llanamente- para recargar su rehusado cartucho de impresora.

Así es esta meca de los abalorios de bisutería barata; así es esta fuente de santo desconocido donde abundan cartillas “Nacho Lee”, afiches de Raymundo y todo el mundo y esferos Lamy chiviados: así es esta gran plaza comercial que cedió su nombre a la telenovela de Carlos Duplat titulada “Los Victorinos”. Así es este caótico y vivaracho grupo de calles cuyo chiste más famoso es que dice ¿sabe por qué a Millitos le dicen San Victorino? “Por qué” -responde el ingenuo de ocasión- ¡Pues porque nunca pasa de la trece!

… Esto y mucho más es este sector, tanto así que es imposible que no quede rondando la pregunta en el ambiente: Y tú, ¿qué sabes de San Victorino?


Nota: Es posible que la visión expresada en el artículo sea muy "Laureano Gómez" en algunas frases, pero hay datos informativos que resultan relevantes en nuestra opinión.

jueves, 19 de marzo de 2009

El Cementerio Central: Koimetérion de la Historia Colombiana

“La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencias cristianas, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la resurrección”1. En Bogotá, como en buena parte de América Latina y España en época de la colonia, los rituales fúnebres y enterramientos se realizaban en los campos aledaños a los templos católicos-cristianos o campos santos debido a la creencia en que así, las almas de los difuntos descansarían más cerca de Dios. No obstante, durante los siglos XVIII y XIX se hace evidente la necesidad de trasladar los cementerios a zonas alejadas de las urbes por motivos de sanidad e higiene que ocasionaba la descomposición de los cadáveres dentro de las mismas. Así, después de varios intentos de abolición del enterramiento en las periferias de los templos religiosos durante el gobierno de la corona española, Simón Bolívar firma un decreto que hace obligatoria la exhumación de los cuerpos fuera de estos en 1827 para que, diez años después, el óvalo del Cementerio Central, cuyo diseño parte del trazado del cementerio popular La Pepita de Domingo Esquiaqui, diera inicio a su funcionamiento bajo el nombre de Cementerio Universal, que cambiaría al actual debido a la expansión de la ciudad alrededor suyo.


Esta necrópolis, o ciudad de los muertos, está actualmente ubicada en la localidad de Los Mártires, sobre la calle 26 con carrera 16 y corresponde al lugar de descanso de los restos de una gran cantidad de personajes reconocidos en la historia del país. Entre ellos se encuentran los expresidentes Gustavo Rojas Pinilla, Rafael Reyes, Eduardo Santos, Alfonso López Michelsen, Miguel Antonio Caro, Laureano Gómez, Virgilio Barco y Enrique Olaya Herrera; el poeta Rafael Pombo, el astrónomo Julio Garavito, el prócer Francisco de Paula Santander, el candidato a la presidencia asesinado Luis Carlos Galán, el monumento a Guillermo Jiménez de Quesada y el comandante del M-19 Carlos Pizarro. De igual manera, el actual Parque del Renacimiento, antigua periferia del Cementerio alberga en su suelo los restos de varios colombianos que perdieron su vida durante el Bogotazo el 9 de Abril del 48.


El cementerio en sí, como polis, ha evidenciado un proceso de urbanización similar al de la misma ciudad donde se encuentra; su crecimiento se dio en dirección al occidente y de manera estratificada, conformando lo que se conoce hoy como Globos A, B y C. El globo A corresponde a la sección visitada el lunes 16, conocido como cementerio de los ricos, y es la sección inicial, original del Cementerio Central, donde no sólo descansan los personajes históricos mencionados anteriormente, sino también miembros de las familias más adineradas del país que, en su deseo de estar cerca de los grandes de la patria, han erigido enormes mausoleos y criptas de diversos estilos arquitectónicos y artísticos donde descansan sus restos. El globo B corresponde a la sección aledaña al globo A, ubicado entre las carreras 20 y 22, conocido como el cementerio de los pobres, donde cuatro largos muros albergan cerca de 18 mil bóvedas que actualmente están vacías casi en su totalidad y cuyo terreno está en proceso de convertirse en parque desde la administración de Peñaloza. Finalmente, el globo C corresponde al actual Parque del Renacimiento, terreno donde solían enterrarse en fosas comunes a los desconocidos y a los menos favorecidos, así como a los más de 3000 muertos de los sucesos del 9 de Abril.

Durante la visita al globo A del cementerio, se observaron varios aspectos interesantes en cuanto a las tumbas en sí y a su disposición dentro del espacio. Cabría comenzar con uno de los más claros, y es la disposición de las tumbas de los expresidentes, enfiladas desde detrás del monumento de María recibiendo a Jesús, cercano a la entrada, según el partido político al que habían pertenecido; por una parte, los liberales se encontraban más cercanos a la entrada, a la calle, que al hacer la analogía con la ideología misma del partido, se dice que se debe a su cercanía “al pueblo”, mientras que, por la otra, los conservadores estaban ubicados cerca de la capilla, cerca del tradicionalismo, cerca de Dios.



Alrededor de las tumbas de los expresidentes, se encontraban grandes mausoleos pertenecientes a varias familias de alto poder económico del país y personajes de importancia histórica en Colombia – anteriormente mencionados –, ocupando gran parte del óvalo, hasta llegar a los muros, donde se amontonan cientos de bóvedas privadas que son alquiladas por periodos de cuatro años sin posibilidad de renovación a todo aquel que las pueda costear. Detrás del enorme muro ovalado aparecen las tumbas más recientes de la polis, cuya construcción evidencia nuevos fenómenos como migraciones de extranjeros al país (visible en los nombres de los difuntos), cambios de estilos arquitectónicos (se ve el paso a la modernidad en algunos), cambios de patrones en cuanto a la pertenencia de las bóvedas (se pasa de bóvedas familiares a bóvedas por oficios o por lugar de trabajo), cambios a nivel de paisaje (dentro del óvalo, los grandes mausoleos y árboles roban toda la atención hasta el cielo, mientras fuera de este, los bajos muros que separan el cementerio de la ciudad y la modernidad y contemporaneidad de varios mausoleos confluyen con el skyline capitalino en una sinergia única y armónica), entre otros.


Otro aspecto interesante es aquel relacionado con los imaginarios atribuidos a ciertos personajes dentro del óvalo; debido a su obrar en vida, se les atribuye la capacidad de cumplir cierto tipo de deseos, peticiones o favores. Así, se acude a personajes como las chicas Bodmer y Carlos Pizarro para pedir favores, a Leo Kopp, fundador de la cervecería Bavaria, para pedir trabajo, y a Julio Garavito, astrónomo cuyo rostro es famoso por estar impreso en los billetes de COP$20.000, para pedir dinero. Otro personaje, correspondiente a una creación cultural, que igualmente cobra importancia en el momento de las peticiones es el Divino Niño, que ha triunfado y desbancado a la Virgen del Carmen y al Sagrado Corazón dentro del imaginario religioso popular.


Finalmente, se nos enseñan otros simbolismos reconocidos dentro de la necrópolis. Entre ellos, el monumento a la piedad, donde las personas que ingresan dejan flores, preferiblemente rosas (ya que simbolizan abundancia) y mensajes grabados la base que soporta la escultura de Jesús en brazos de María. Se menciona también la importancia de los árboles dentro del cementerio debido, no sólo a su proveniencia como medio de apropiación del espacio, sino a su concepción como individuos que habitan los tres mundos reconocidos de las creencias católicas: el inframundo bajo la tierra con sus raíces, la superficie, habitada por los vivos, y el cielo gracias a su altura.


Referencias:

lunes, 9 de marzo de 2009

Conclusiones+Propuesta

Desde el comienzo de las visitas realizadas a diferentes estudios de tatuaje hemos adquirido cierta inclinación por la intervención de los espacios de trabajo. Con respecto a esto, diríamos que es pertinente que los tatuadores piensen en sus clientes por encima de ellos mismos a la hora de arreglar, decorar o disponer sus locales puesto que, finalmente serán los clientes quienes pagarán por el trabajo, luego son ellos los que deben sentirse a gusto y en armonía con el espacio. De lo contrario, una visión egocéntrica de los locales por parte de sus dueños podría no resultar agradable para personas que no compartan ideológicamente apectos como la música, los colores, las imágenes, entre otras que para los tatuadores pueden resultar perfectamente normales.

Ampliando un poco esta idea, buscaríamos evitar que la totalidad o la mayoría de las paredes estuviesen pintadas de colores oscuros, en la medida en que pueden generar inseguridad y temor al momento de tomar la decisión de tatuarse; por el contrario, se buscaría usar colores en tonos claros que produzcan el efecto contrario, es decir, tranquilidad. Así, el nivel de nervios y stress disminuiría y la labor resultaría más agradable.

Por otra parte, hemos notado que varios estudios disponen de muy poco espacio para realizar sus trabajos o están equipados con elementos que disminuyen la privacidad de los clientes como vidrios reemplazando paredes enteras o simplemente ningún elemento que la genere (como el caso de Store Tattoo y Fire Dranken respectivamente). En este sentido debería buscarse la manera de hacer estos espacios un poco más privados, de forma que los clientes no se sientan observados por otra gente como si estuviesen en exhibición y, por consiguiente, más nerviosos e inseguros durante los procedimientos.

En cuanto a las sillas de trabajo, varios de los lugares visitados (a pesar de que están certificados por normativas internacionales) cuentan con camillas para los clientes, pero los tatuadores son quienes reciben la carga ya que usan asientos o butacos incómodos para realizar su trabajo. Las consecuencias de esta carencia podría resultar en dolores lumbares o en adormecimiento en las extremidades inferiores debido a la mala circulación que puede producir más de 4 horas seguidas de posición sedente en un asiento inadecuado según las especificaciones antropométricas del usuario.

Otros problemas que se han hecho evidentes han sido la iluminación de los espacios de trabajo y la disposición aleatoria de los objetos exhibidos, los cuadros, adornos e implementos de trabajo. En cuanto al primero, es indispensable una fuente de luz eficiente para que el trabajo resulte lo mejor posible y, en cuento al segundo, es cierto que calificar esta aleatoriedad como tal o como desorden es un juicio de valor, ya que para los tatuadores tiene total sentido y son concientes de ello. Sin embargo, como se menciona al comienzo del artículo, los tatuadores deben mediar un poco entre sus gustos (finalmente es su espacio de trabajo) y los de los clientes (aunque parezca no importarles), así que entre más “organizado” y limpio se vea el espacio de trabajo, mayor confianza y seguridad sentirán los clientes con respecto a la calidad del procedimiento.

Finalmente, fue evidente que en lugares como Fire Dranken hay carencia de seriedad por la labor en lo que respecta a los niveles de higiene necesarios durante los procedimientos: esto fácilmente puede generar inseguridad en los clientes y hacerles dudar de la calidad del trabajo que se está realizando, con posibilidades de siquiera volver. Por esto, es necesario que se implementen medidas de limpieza, higiene y esterilización antes, durante y después de los procedimientos, haciéndolos evidentes frente a los clientes de forma que estén enterados en todo momentos de la calidad por la que están pagando.

+Recorrido: Entrevistas

Harold --> In Da Flesh

Harold Andrés es un tatuador de profesión de 26 años que trabaja en el estudio In Da Flesh, ubicado en la Carrera 7 con Calle 48. Lleva 9 años tatuando y afirma que su identidad como tatuador está relacionada con su apariencia física, descrita como extrema y notoria gracias a los tatuajes en sus brazos, manos y cuello. Cree que los tatuajes deberían otorgar a sus portadores cierto status cultural debido a todo el proceso físico y mental que implica su realización, así como rechaza los tatuajes que generan críticas destructivas hacia algún tipo de personas. En su opinión, las partes más expresivas del cuerpo en materia de tatuajes son las manos y la cara, ya que son lugares con muchas terminaciones nerviosas (por lo cual están estigmatizados como unos de los más dolorosos) y, por lo tanto, resultan poco comunes a la hora de elegir un lugar para tatuarse. Cuenta que la mayoría de los tatuadores que conoce han comenzado a tatuar desde los 15 años en adelante, realizando una transición de estilos que va del Old School al New School y de este al realismo por motivos de complejidad, siendo esta, junto con el talento, el nivel de dedicación y la experiencia las variables que determinan el nivel de calidad de un tatuador.



Carlos --> Tattoo World

Carlos Hincapié es joyero y tatuador de 30 años que trabaja en el estudio Tattoo World, ubicado sobre la Calle 19 con Carrera 4. Con tan sólo 2 años de experiencia en la labor no ve sentido en ser identificado como un tatuador en la medida en que, a pesar del liberalismo con que aparenta verse el tatuaje en la sociedad bogotana, la imagen de tatuador o de portador de tatuajes aun está muy estigmatizada por ideas de rechazo social. Como artista siente que se identifica por su pasión hacia los dragones y por el respeto que siente por las personas que toman la decisión de marcarse con tatuajes por el resto de sus vidas, así sea por fuerte convicción o por el simple hecho de lucir un accesorio más. Cree el cuerpo es una sola pieza, una única composición donde ninguna parte debe prevalecer sobre otra, así como que ser tatuador es un modo de vida donde se busca ser ermitaño por el gusto a permanecer oculto.


Jairo --> Tattoo World

Jairo Andrés Aguilar es estudiante de dibujo y pintura de 25 años que trabaja en el estudio Tattoo World. Con 2 años de experiencia, cree que los tatuadores deben llegar a un reconocimiento dentro de su medio, ya sea por su trabajo o por tatuajes que los identifican; personalmente cree que es reconocido como tatuador por pertenecer al gremio de tatuadores, por trabajar en un estudio, porque sus diseños, como los de los demás tatuadores, son únicos, y porque, a diferencia de los clientes o algunos tatuadores, especialmente los comerciales, entiende realmente la trascendencia de un tatuaje como obra de arte. Cree que la parte más expresiva del cuerpo para tatuarse es el cuello por su constante visibilidad y que, como tatuador, busca desarrollar los conceptos de trascendencia, espiritualidad, fuerza y poder, aunque siente rechazo por expresiones discriminatorias dentro del cuerpo.


Jorge --> Store Tattoo

Jorge Rendón es tecnólogo de electromecánica, técnico en contaduría y tatuador de 33 años que trabaja en el estudio Store Tattoo, ubicado sobre la Carrera 13 con Calle 53. Lleva 10 años tatuando y define el tatuaje como una expresión artística que la gente quiere llevar consigo a donde quiera que vaya. Cree que la percepción del tatuaje en Colombia ha cambiado positivamente durante los últimos años gracias a su popularización. A partir de su experiencia y de su percepción de este arte en el país, considera que aun no se ha desarrollado una identidad propia que si existe en países orientales.



Información General: Tipologías

A lo largo de la historia, se le han dado diferentes significados a los tatuajes, desde expresión personal, elemento de formación de identidad y diferenciación social hasta jerarquía, masoquismo y marcación a nivel discriminativo (criminales, judíos, esclavos, etc.), así como se han desarrollado diversas tendencias o estilos artísticos y máquinas para llevar a cabo la labor.

Tipologías de Tatuajes

Tribales (figuras inspiradas en tribus africanas e indígenas), Célticos (variante del tribal, con nudos y lazos, y/o piedras preciosas y animales), Japonés Irezumi (dibujos sencillos y coloridos, uso de figuras como peces, dragones, budas, samuráis, Geishas, etc.), Old School (uso de colores básicos, líneas sencillas, tonos planos y carencia de efectos de relieve), New School (similares a los graffiti por su variado uso de color y línea gruesa), Sombras y Difuminaciones (diseños de gran escala y fantásticos), Fine Line (imágenes detalladas y finas con líneas muy depuradas), Aguadas en Negro y Gris (imágenes aparentemente distorsionadas por humedad de alta complejidad en negro y tonos de gris), Retratos (imágenes realistas con sombras y relieves de rostros de personas, generalmente en blanco y negro, que buscan asemejarse a las imágenes fotográficas) y Bios (pueden ser bio-mecánicos, bio-genéticos, entre otros; uso de imágenes de ciencia ficción como componentes mecánicos bajo piel desgarrada).


Por otra parte, existen diferentes tipos de tatuajes no permanentes. Entre estos se encuentran los Mehndi (más conocidos como tatuajes de Henna, donde esta penetra sólo las células muertas de la epidermis), los Calcos (consisten en tatuajes en calcomanías que se adhieren a la piel a través del remojo en agua, que pueden durar algunos días o ser removidos en su totalidad con alcohol), los Solares (consisten en el uso de plantillas ubicadas en la piel mientras se toma el sol, dejando así las figuras más claras al oscurecerse el resto de la piel) y los de Tinta (máquina de juguete que simula una máquina de tatuar que pinta sobre plantillas tipo graffiti para marcar sobre la piel).


Tipologías de Máquinas

Maorí (consisten en un martillo con grabados al que se amarra una uña o un hueso de animal afilado, que se usa moviendo la cabeza del martillo de arriba abajo perforando la piel), Irezumi (similar a un pincel de brocha que en vez de cerdas usa diminutas agujas que introducen la tinta en la piel), Máquina de Edison (herramienta fabricada por Thomas Edison para practicar Xilografía), Máquina O’Railly (máquina más común actualmente, que funciona por medio de espirales electromagnéticos que generan golpes a muy altas velocidades de una placa metálica sobre la aguja, haciéndola introducir la tinta en la piel), Máquina Casera (fabricada a partir de un bolígrafo, un motor de 8 voltios, un alambre doblado, un cable bipolar y una conexión), Mehndi (elemento cónico sobre el que se ejerce presión para liberar la tinta), y Máquina Dermográfica (similar a un bolígrafo, consta de un mecanismo más simple que el de una máquina normal y es usado para realizar trabajos de maquillaje permanente).


domingo, 8 de marzo de 2009

Plaza Bolívar VS Parque 93

Plaza de Bolívar:
  1. Popular (acceso más público).
  2. Rodeada por poder político y religioso.
  3. Punto histórico por excelencia del país.
  4. Es reconocido por las actividades que se realizan en la plaza en sí, como alimentar palomas o presenciar eventos públicos, mas no por actividades que se pueden realizar en los lugares aledaños.
  5. No insinúa algún código de vestimenta o comportamiento que deban seguir las personas que la transitan.
  6. El paisaje (dentro de la línea de visibilidad) es mucho más amplio debido a la extensión de su terreno y al hecho de no poseer elementos dentro de ella que interfieran con la visión, como árboles.
  7. Se perciben sonidos más unificados que corresponden a personas que conversan, anuncian productos o buscan llamar la atención de un público, o a las palomas. El ruido producido por vehículos automotores es mínimo debido a que la plaza es atravesada por muy pocos.
  8. La mayoría de los eventos que presencia se llevan a cabo durante el día.
  9. Dentro de la plaza se evidencia un alto nivel de comercio informal (vendedores ambulantes, vendedores de maíz para las palomas, etc.).

Parque 93:
  1. Un poco más privado.
  2. Rodeado por poder económico.
  3. Es reconocido por las actividades que se realizan en los lugares aledaños más que por las actividades que se realizan en el parque en sí.
  4. Insinúa un código de vestimenta y comportamiento que deben seguir quienes lo transitan para no verse o sentirse fuera de lugar.
  5. El paisaje está un poco limitado por las edificaciones aledañas, la extensión del parque y los árboles dentro del mismo.
  6. Hay diversidad de sonidos, ya que el parque y los locales aledaños (donde cada uno busca imponer un ambiente particular) están separados por calles medianamente transitadas por vehículos particulares.
  7. Los lugares aledaños, al igual que el parque en sí, atraen al público durante casi todo el día, a excepción de altas horas de la madrugada.
  8. El nivel de comercio informal es mínimo dentro del parque.

Semejanzas:
  1. Ambos lugares generan sensación de vigilancia y seguridad ya que, por una parte, la plaza está rodeada por edificaciones correspondientes a instituciones políticas con agentes de policía por las calles y, por otra, el parque no sólo está lleno de policías también, sino que la mirada o la sola presencia de las personas dentro de los locales puede resultar para quien transita por fuera en una sensación de escrutinio constante.
  2. Ambos se prestan para actividades lúdicas, encuentros o actividades para personas de diferentes edades.

Entrevista: Chucho+César

Personas Entrevistadas: Chucho y César Céspedes
Edades: 24 y 27 años respectivamente
Lugar de Trabajo: Fire Dranken, Centro Comercial Minicentro, Local 204


El local de César, ubicado en el segundo piso de un pequeño centro comercial sobre la Carrera 13 a la altura de la calle 60, consistía en un pequeño cubículo de aproximadamente 2x1 metros, con espacio suficiente para dos butacas donde se ubican en uno César o Chucho para tatuar o perforar y en el otro el cliente. La primera impresión de la visita fue de descuido, especialmente porque tras llegar, Chucho se dispuso a lavar varias joyas para perforación en una bandejita metálica de mal aspecto con jabón desinfectante que luego llevó a un baño para terminar de lavar (seguramente con agua de llave, pues no llevó consigo algún frasco de agua destilada, que hubiera resultado más higiénico).

Durante su ausencia, aprovechamos para romper un poco el hielo con César, quien en principio se encontraba un tanto serio y respondía a las preguntas de manera muy concreta. Nos alcanzó unas revistas donde había publicaciones sobre todo tipo de modificaciones corporales, desde tatuajes y piercings hasta implantes y branding.

Aprovechando las revistas en nuestras manos, comenzamos a analizar el local que en aquel momento César organizaba. En frente estaba ubicada una vitrina con vidrios que separaba el pasillo del centro comercial del interior del local, donde tenían exhibidos anillos, encendedores, cuchillos y algunas joyas para perforaciones dispuestas en estructuras de lámina de acrílico transparente. En el fondo, había repisas con espejos donde César ubicaba sus revistas de tatuajes, sus diplomas y sus implementos de trabajo en pequeñas gavetas. A los lados tenían dispuestos collares de diferentes colores y materiales y otras joyas más, estas disponibles al tacto en pequeñas repisas de acrílico, a diferencia de las exhibidas en la vitrina frontal (encerradas).


Mientras tanto, César nos contaba cómo había sido su trayecto como tatuador, comenzando con un buen aprendizaje en España y Argentina, continuando con muy malas experiencias con aquellos a quienes había decidido apadrinar y enseñar (que, siguiendo su testimonio, había olvidado sus raíces y habían resultado ser ingratos en el momento en que confesaban ser autodidactas y no aprendices suyos), a excepción del famoso tatuador de Miami Ink, Chris Nuñez, y finalizando con su reciente establecimiento (de tan sólo 15 días) en aquel local, tras decidir mudarse a Colombia junto con su esposa para que su hijo naciese aquí, así como sus constantes conflictos con la Asociación Nacional de Tatuadores por motivos normativos y de carencias en cuanto a técnicas y muestras durante las convenciones realizadas por esta organización.

Algo que tal vez resultó muy evidente en ambos individuos fue cierto nivel de descuido, no sólo por su trabajo sino también por su cuidado personal. Por una parte, César llevó a cabo un procedimiento de re-apertura de una perforación en el labio de una joven sin usar guantes, sin haber desinfectado la joya o sin siquiera haberse lavado las manos previamente, a sabiendas que había estado manipulando toda clase de objetos dentro del local, desde anillos, collares, navajas y el dinero con que le había pagado una argolla que decidí adquirir para mi perforación en la nariz hasta una caja de vino Moscatel que extrajo de la parte superior del local, ya empezada y que terminó de beber frente a nosotros. De igual manera, al enseñarnos sus implementos de trabajo (con bastante orgullo), vimos cómo almacenaba las tintas en frasquitos plásticos con tinta seca regada por fuera de los mismos y de la cajita donde se encontraban guardados. Por otra parte, Chucho hizo muestra de dos tatuajes nuevos que César le había hecho sin costo alguno, por algún negocio entre ambos, que lucían descuidados (ya que tenían costras fragmentadas y Chucho confesó haber tomado y fumado durante el periodo de sanación) y poco acordes a la supuesta experiencia de este último; a pesar del dolor que le causaba esta mala sanación, Chucho se defendía bajo el argumento de que “el dolor está en la mente”.

Finalmente, habiendo ya ojeado varias revistas, preguntamos por trabajos suyos a César para conocer algo de lo que tanto nos había comentado acerca de su excelente trabajo con sombras (que eran su especialidad). La respuesta que obtuvimos fue que no tenía nada para enseñar físicamente por los altos costos de las impresiones a color que implicaba esta evidencia física, permitiéndonos concluir que, en el caso de este local, podría trabajarse mucho desde la parte de imagen y la higiene que reflejan no sólo el local, sino los trabajadores dentro de él.

Entrevista: Camilo Márquez

Nombre Completo: Camilo Márquez Villegas
Edad: 18 años

Lugar de Nacimiento: Bogotá

Ocupación: Estudiante Colegio Studium

Tiempo de Experiencia: 2-3 años


Camilo Márquez es un estudiante de 18 años del Colegio Studium en Bogotá. Fue punk durante varios años y hasta hace algunos meses, cuando decidió alejarse de este estilo de vida debido a que “el ambiente se estaba empezando a poner muy pesado”, en el sentido en que no comparte las ideas de violencia y racismo que se vive entre varias tribus urbanas de la ciudad. Sin embargo, las amistades y demás relaciones que hizo durante este tiempo le permitió conseguir bastantes de sus clientes, que van desde sus amigos punk hasta Rudeboys, Skinheads, Metaleros y gomelos. Vive con su familia en una casa del barrio Cedritos, donde tatúa desde hace más de dos años; ha transformado su cuarto en su estudio, dándole el nombre de Torture Tatoo Shop, debido a los diferentes dolores que se experimenta mientras se es tatuado, como el ardor, el dolor de una quemadura y el de una cortada. Camilo sabe que podría trabajar en un shop con otros tatuadores, pero no le agrada la idea de ser el todero que sólo observa, limpia y lava durante casi un año antes de empezar a tatuar clientes, y es por esto que afirma estar más en contacto con el tatuaje como arte que con otros tatuadores, aunque conozca a algunos. De igual manera, no comparte la idea de tener que cobrar lo que cobran en varios estudios por tatuajes insignificantes (que no valen lo que la gente paga por ellos): confiesa que un gran porcentaje de lo que se cobra por un tatuaje corresponde al trabajo del artista y no a los insumos para el mismo.
Añadir imagen Camilo comenzó a tatuar a los 16 años como respuesta al gusto que sentía por el arte, el dibujo y la caricatura. Comenzó con un manual que explicaba cómo hacer una maquina para tatuar casera, compuesta por un motor de juguete, un tubo de tinta de bolígrafo BIC y una aguja para tatuar. Posteriormente le compró una máquina vieja a un amigo suyo en 70 mil pesos y con ella comenzó a tatuar a sus amigos, a quienes decía que ya contaba con bastante experiencia para que le dejaran tatuarlos. Aun así comenzó a practicar de otras maneras. Una de ellas consiste en tatuar piel de cerdo (que se usa para hacer chicharrón) fresca (que se asemeja bastante a tatuar sobre piel humana) usando tinta china, pura para los contornos y diluida para las sombras, ya que las tintas profesionales son mucho más costosas; o sino, está siempre la posibilidad de tatuarse a sí mismo, lo cual Camilo ha hecho en un par de ocasiones y cree no debería hacerse en la medida en que “siempre quedará mejor si te lo hace alguien más, ya que es difícil concentrarse en que quede bien hecho mientras se siente el dolor de la aguja”. Para trabajos sobre clientes, por otro lado, usa tintas profesionales, agujas y boquillas plásticas esterilizadas (ya que no cuenta con un equipo para esterilizar las partes de sus máquinas) que adquiere de distribuidores especializados en el tema, como los estudios Viuda Negra y Big Brother. Para diluir las tintas, usa agua destilada o agua de rosas que adquiere en droguerías; para pasar los diseños a las plantillas usa papel hectográfico que utiliza cuantas veces le es posible (una misma hoja) debido su alto precio y, para que estos queden impresos en la piel, usa jabón quirúrgico (que también usa en la limpieza de las zonas que tatúa) o desodorante con alto contenido de alcohol. Como no cuenta con una silla o una camilla especial para tatuar, lo hace con una silla de su casa que forra en Vinipel, con el fin de aislar completamente cualquier agente infeccioso que pueda encontrarse en la superficie del mobiliario. A pesar de todos estos cuidados, me atrevería a decir que es posible que la imagen de un cuarto oscuro y desordenado no inspire mucha confianza a varios posibles clientes.


En cuanto a su visión, piensa que la magia del tatuaje radica en la permanencia de la obra sobre un lienzo vivo, a diferencia del arte clásico (pintura sobre lienzo colgado en las paredes de un museo), así como en la convicción que trae consigo la decisión de tatuarse, ya que es un cambio que estará de por vida en el cuerpo. Aun así, muchos de sus clientes se tatúan sin razón alguna, “porque sí”, “porque les pareció chévere un tatuaje que vieron en…”, con lo cual Camilo está en desacuerdo, ya que parecen tomárselo muy a la ligera, luego hay mayores posibilidades de arrepentimiento (remontándose a experiencias donde sus clientes desean tatuarse cosas ya existentes y que podrían no tener sentido en algunos años, como “la estrella de Metallica”, “la bruja de Mago de Oz”, entre otras). La mayoría de sus clientes acude a él por recomendación de otros para realizarse su primer tatuaje. Cuenta también que muchos de ellos son menores de edad que no pueden o no desean tatuarse en estudios ya que requieren del permiso y compañía de sus padres para hacerlo o no están dispuestos a pagar lo que estos lugares cobran por sus trabajos respectivamente. En lo que respecta a sus diseños, siente preferencia por dibujos caricaturescos que no mucha gente desea tatuarse por el hecho se no sentirse identificados con ellos en un par de años. Por esta razón, y por el hecho de que varios de sus clientes pertenecen a diversas tribus urbanas, Camilo tatúa diseños un poco tradicionales, que van desde letras chinas y tribales hasta cascos troyanos para Rudeboys, telarañas y botas Martins para Skinheads, calaveras, punks con crestas y símbolos de Anarquía para Punks, pentagramas para metaleros y “cualquier cosa que se vea bien cuando esté en vestido de baño”, como peces Koi, para gomelos. En lo que respecta al dolor, Camilo afirma estar de acuerdo con varios de sus clientes en lo que respecta a los tatuajes sobre piel cercana al hueso: es tan doloroso que a veces es preferible modificar el diseño de forma que no pase por lugares como estos. Asimismo, cree que el dolor es una de las características que hace al tatuaje tan valioso en la medida en que no basta con pagar por el trabajo, sino que es necesario soportar el dolor durante su realización. Esto podría resultar contradictorio si se piensa que todo aquel que decide hacerse un tatuaje paga por tener un tatuaje completo; sin embargo, Camilo ha tenido clientes que han decidido pagarle por un tatuaje incompleto a causa de la imposibilidad de soportar el dolor, y son decisiones que no comparte, ya que “finalmente, es por un momento no más que hay que aguantárselo; ya después no duele”.

Otros tipos de dolor, por ejemplo, se evidencian durante el proceso en el tatuador. Por una parte, cuenta Camilo, está el dolor en la mano y en la muñeca que produce el agarre de la máquina, su peso y su vibración constante después del tercer o cuarto tatuaje consecutivo. Por otro lado, está el calentamiento de las bobinas de las máquinas que impide el contacto con el metal que las separa de la mano; aunque este contacto no produce quemaduras graves, resulta incómodo para el tatuador que se ve obligado a tomar las máquinas en posiciones difíciles (desde mi punto de vista cuando traté de tomarlas correctamente).